LA BIBLIA DE JERUSALEM, CANCION DE CANCIONES
2:8-10, 14, 16a; 8:6-7a

Para amar hay que ser fuerte como la muerte.

Yo escucho a mi amado. Vean como el viene
brincando sobre las montañas,
saltando sobre las colinas.
Mi amado es como una gacela,
como un joven venado.

Vea donde el se para detrás de nuestras paredes.
El mira dentro por la ventana,
el entorna los ojos a través de la celosía.

Mi amado eleva su voz, y me dice,
“Ven entonces, mi amor,
mi adorada, ven.

“Mi paloma, escondida en la grieta de la roca,
en el abrigo del barranco,
me muestra su cara,
me deja escuchar su voz;
porque su voz es dulce
y su cara hermosa.”

Mi amado es mio y yo de él.
El me ha dicho:
‘Ponme como un sello sobre tu corazón,
Para amar hay que ser fuerte como la muerte,
celosamente implacable como Saúl.
El destello de esto es un destello de abeto,
una flama del mismo Señor.’

El amor que no inunda puede extinguirse,
sin torrentes.